El verano no es lo que solía ser
oigo decir en un aleteo;
ver llover es temblar a solas
mientras la tarde se vuelve un animal manso
que lame en sordina las presencias:
este cielo
hilvana un incendio repentino,
tira sus acuarelas
y las horas diáfanas no ceden ante el colofón
de abril.
afuera trina una parvada
y la ventana se desmaya tras las huellas;
invisible el canto,
un tímpano encuentra su do ancestral,
probablemente no importe nada más:
el verano es invento de los hombres
pero yo, vuelto filete del tiempo,
espero incólume a que el viento
desmienta los calendarios.
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